GAY COCAINE

Jason, de 23 años, que vive en Londres, está la mayor parte de sus fines de semana en fiestas. Las noches del sábado las emplea bailando hasta tempranas horas de la mañana y luego lo sigue hasta la tarde, en alguno de los “after parties” de la ciudad. Regularmente está en un estado hipnótico producido por una mezcla de éctasis, cocaína y marihuana. El fin de semana no acaba hasta el lunes en la madrugada.

Para mucha gente gay, al igual que para Jason, la vida social es una parte importante de su identidad, en esto no hay diferencia de los heterosexuales. Pero la evidencia señala que la gente gay continúa consumiendo drogas hacia la vida adulta más allá que los héteros. Muchos héteros encojen recogerse en uniones y vivir con sus familias mientras la gente LGBT sigue sola o de relación en relación, por lo que la vida social cobra más importancia.

Hay estudios que señalan que los hombres jóvenes gay son más propensos a usar drogas que los heteros. No es que los heteros no lo hagan, pero con toda probabilidad en una barra gay habrá más gente usando cocaína, éctasis, marihuana y poppers a la misma vez que en una barra hetero.

Monty Moncrieff, coordinador de proyecto de Antodote, un programa de tratamiento para dependencia a drogas para la comunidad LGBT, dice que, “la escena gay está orientada a los bares y las discos, ahí es que la gente encuentra otra gente gay y por lo general hay mucha cocaína, éxtasis, ketamina. Es una cultura orientada al placer y regularmente los estilos de vida asociados con drogas recreacionales van de la mano”.

Otros estudios coinciden con esta apreciación al señalar que una tercera parte de los hombres que tienen sexo con hombres, en Estados Unidos, usaban drogas al menos una vez por semana. El uso de coca entre gente LGBT fue el doble comparado con la población general.

¿Pero porque es esto importante? La cocaína es un alcaloide estimulante del sistema nervioso central. La acción estimulante que experimentan los usuarios es el resultado de la excitación de los sistemas de Dopamina, neurotransmisor responsable de las sensaciones de placer.

¿Qué quiere decir esto? Los neurotransmisores son compuestos químicos generados por el cerebro que ayudan en la transmisión de los impulsos nerviosos. Nuestros pensamientos, lo que sentimos es el resultado de la acción de estos.  La Dopamina es el neurotransmisor relacionado con las sensaciones de placer. O sea, que cada vez que tienes una experiencia placentera, con toda probabilidad es que tu cerebro está generando Dopamina.

La cocaína es un compuesto químico externo que altera el balance químico del cerebro produciendo sensaciones de comodidad, placer, alegría y euforia. El problema es que cuando se hace de manera repetida, sobre estimula el sistema de Dopamina de tal modo que termina dañándolo. Al dañarlo dejamos de experimentar sensaciones agradables al natural. Cuando esto pasa, para sentirnos bien dependemos de la coca. ¿Qué quiere decir esto? Que si no es con coca no lo sentimos igual, así que preferimos hacerlo con coca.

El problema se complica. Ya sabemos que la química del cerebro se altera, alterando lo que sentimos y pensamos. Ahora, el sujeto, quienes somos, se acostumbra a la experiencia química intensa. Ahora, “preferimos” hacer lo que vamos a hacer con coca. En el peor de los casos preferimos hacer coca, y nada más.

Para algunos investigadores el uso de drogas entre gente LGBT puede asumir una forma de escapismo de vidas difíciles. Mucha gente LGBT ha sido maltratada, rechazada o vive reprimida en su vida diaria. Como dato interesante un estudio realizado en Inglaterra demostró que la gente LGBT tenía mayor propensión a sufrir estrés psicológico que la gente hetero. De igual manera se encontró que los hombres gay tenían un 13%, y las chicas lesbianas un 6% de mayor probabilidad de hacerse daño a sí mismos que los heteros.

Para estos el uso de droga constituye el escape, la liberación del estrés o la angustia de la vida diaria.  Esto no suena bien porque entonces comenzamos a depender de la droga para ser felices.