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SOY PASIVO, SOY ACTIVO, SOY VERSATIL


No tengo ningún problema con ser pasivo si tú me gustas mucho; tengo mis trucos y entiendo que puedo colaborar para que ambos la pasemos muy bien juntos. De igual manera, si tú prefieres ser pasivo, tampoco tengo ningún problema con ser activo; para ti tengo otros trucos que harán que ambos la pasemos de maravilla. Y si tú puedes disfrutar de ambos papeles, pasaremos la noche bailando todos los ritmos que toquen.



Hay personas muy libres, seguras de sí mismas que pueden entrar en una relación íntima sin miedos o prejuicios y disfrutar todo lo que allí ocurra. Pero hay personas que tienen serios problemas con los papeles o roles en la intimidad. Entran a la misma, con inseguridad propia e intentan convertir la relación en un asunto de poder. Para ellos, el ser activo es sinónimo de hombre y poder, y ser pasivo es sinónimo de mujer y sumisión. Ciertamente existen hombres gay que no disfrutan del sexo anal receptivo por no sentirse atraídos al mismo; no les erotiza y eso es comprensible. Para ellos, es un asunto de simple preferencia. No tienen prejuicios contra los que prefieren ser pasivos y no los desvalorizan; los respetan. Pero hay otros que simplemente no se permitan disfrutar del papel pasivo porque responden a estereotipos y prejuicios.

Pensar o creer que el ser pasivo los hará menos hombres es pura homofobia internalizada. El discurso homofóbico se mueve por la creencia de que los hombres gay se desvalorizan al romper con los estereotipos del hombre heterosexual dominante. Esta ruptura se concretiza en el acto de ser penetrado por otro hombre, lo que para ellos equivale a “comportarse como mujer” o querer serlo. Pero aunque hay hombres gay que pueden disfrutar e inclusive jugar con la fantasía de ser mujeres mientras son penetrados, muchos hombres gay no dejan de ser hombres mientras reciben a otro.  En ese sentido, no son penetrados como mujeres, sino que son penetrados como hombres en pleno consentimiento, con otro hombre, para disfrutarse mutuamente.

Precisamente, una de las maravillas de ser un hombre gay es que hemos podido reinventar las maneras de utilizar nuestros cuerpos. Dado que rompimos con lo heteronormativo, nos hemos liberado para explorar nuevas formas de obtener y dar placer en una relación íntima. Por esto, debiese ser el deseo y no los nombres de los roles o papeles, lo que nos conduzcan en la intimidad.

Pero entre muchos hombres gay existen prejuicios contra los hombres que prefieren el papel pasivo. Exteriorizan sus prejuicios en comentarios desdeñosos que realizan de personas con quienes han tenido sexo y en las relaciones de poder que pretenden desarrollar con sus amigos sexuales pasivos. En sus mentes, el pasivo es menos hombre, como si la hombría se midiese por la virginidad del ano. ¡Puras tonterías! No hay nada en un hombre pasivo con orgullo propio que lo haga menos que otro hombre. En última instancia, es sólo un papel que se juega en un momento de intimidad donde lo que se busca es dar y obtener placer con alguien que te agrada.


Los roles en la intimidad no debiesen definir quién eres o qué tipo de persona eres. La gran maravilla de nosotros, los humanos, es que nos separamos del libreto fisiológico que traemos como animales, para definirnos en el ámbito del lenguaje. Así redefinimos quiénes somos y cómo hemos de usar nuestros cuerpos. Por tanto, ¡no hay nada escrito! Somos libres para jugar, reinventar, utilizar y experimentar con nuestros cuerpos.
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