En ocasiones nos encontramos con personas que de entrada nos caen bien sin saber por qué. Sin tener claro como, estas personas nos agradan, simplemente nos sentimos cómodos en su compañía. Más aún, podemos entrar en contacto físico con ciertas personas con quienes el simple hecho de que se toquen los cuerpos nos produce sensaciones muy agradables. Pueden ser sensaciones de excitación, de bienestar, o de tranquilidad. No es un proceso racional, no tiene nada que ver con lo que se piensa, es algo que se siente, es como si los cuerpos se comunicaran solos.
Existe amplia evidencia de los procesos de comunicación química entre animales y plantas. Algunos animales utilizan hormonas conocidas como feromonas para marcar territorios, dejar rastros, y buscar pareja. Por ejemplo, las caminos que recorren las hormigas están marcados en feromonas, los perros y gatos marcas sus territorios con ellas, las serpientes identifican sus presas utilizando su lengua, con la cual olfatean, y las perras emiten un olor cuando están en celo que vuelve a los perros locos. De igual manera se sabe que las plantas secretan sustancias químicas con las cuales envían mensajes diciendo cosas como: “no vivas aquí”, “no me comas, no soy sabrosa”, o “ven que encontraras alimento”.
Lo humanos conservamos aún medios químicos de comunicación a pesar de que nuestro medio principal de comunicación es la manipulación de símbolos. Las letras, palabras, imágenes son símbolos para cuyos significados nos hemos puesto de acuerdo. Pero hay investigaciones que confirman que al igual que animales y plantas podemos secretar hormonas que pueden ser percibidas por el sentido del olfato e inclusive por la piel. Se sabe que los olores juegan un papel importante en conductas sociales y sexuales. Pero no existe consenso entre estudiosos de cuan significativa puede ser la comunicación química entre humanos. La controversia surge del hecho de que somos organismos complejos que no siempre respondemos a los mensajes químicos de nuestros cuerpos.
Investigaciones sobre los procesos de percepción sugieren que cuando conocemos a otra persona nuestros sentidos reciben una cantidad masiva de información sobre ese ser que acaba de aparecer en nuestras vidas. No estamos conscientes de toda la información, pero de alguna manera la suma de ella nos acerca o distancia de la persona recién conocida. Entre esa información pueden haber olores sutiles que pueden despertar interés o alejarnos, sin que tomemos consciencia. Cuando tocamos su piel o acercamos los cuerpos entramos con contacto con su temperatura y química corporal, ambas pueden resultarnos agradables o desagradables. En este proceso podemos recibir mensajes de compatibilidad, de disponibilidad, o de distanciamiento. Si la persona es muy ansiosa, lo notaremos, si la persona se siente cómoda con nosotros, lo notaremos. De alguna manera lo que esta persona es y lo que siente se reflejará en sus procesos corporales, y se dejará saber por medio del contacto físico. La sensación que recibimos al contacto nos puede invitar a quedarnos o sugerirnos que nos alejemos.
Así que como ven podemos concluir que intercambiamos mensajes químicos cuando conocemos a otras personas. Estos mensajes, en la mayoría de las ocasiones inconscientes, serán interpretados a nivel consciente como atracción. De ahí comenzamos a conocer la persona, y si su personalidad nos agrada comenzaremos a desarrollar un interés más profundo que eventualmente nos puede conducir a enamorarnos. De ahí en adelante la historia es conocida.
¿EXISTE QUÍMICA EN LAS RELACIONES?
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