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¿PODEMOS AMAR Y DESEAR LA MISMA PERSONA A LARGO PLAZO?

Regularmente las parejas que llevan mucho tiempo juntas tienen poco sexo, o se son infieles, o se abren a terceras personas. No siempre tiene que ser así, aunque realmente muy pocas parejas de mucho tiempo se siguen deseando y teniendo buen sexo de forma regular. ¿Por qué se desvanece el buen sexo aún en parejas que continúan amándose uno al otro? ¿Podemos continuar deseando lo que ya tenemos? ¿Por qué lo prohibido es tan erótico?

Estas son algunas de las preguntas que se realiza Esther Perel, psicóloga reconocida en sexualidad y autora de "Mating in Captivity", libro donde explora la relación compleja y contradictoria entre el amor y el deseo.


Perel, nos señala que el amor es tener, busca conocer a nuestra pareja, busca seguridad, estabilidad. El deseo es querer, se alimenta por la incapacidad de tener lo que se desea, mientras menos se tiene, más se desea. Por tanto, el amor y el deseo vienen de motivaciones separadas y diferentes.

Reconciliar el amor y el deseo, o sea, poder desear a quien se ama es la reconciliación de dos conjuntos de necesidades humanas fundamentales y conflictivas. Por un lado la necesidad de seguridad, estabilidad, predictibilidad, permanencia; por el otro la necesidad de riesgo, novedad, la búsqueda de lo desconocido, aventura. Usualmente, alguna conexión emocional puede ser la rueda de donde surge el deseo, pero mientras más grande es la intimidad emocional, menor puede ser el deseo. Para algunas personas el amor, una relación comprometida de mucha intimidad emocional les genera un sentimiento de seguridad que intensifica el deseo sexual. Para otras, la misma intimidad les despierta un miedo al aprisionamiento, miedo a perder su mismidad, y comienzan a encontrar dificultad en sexualizar a su pareja.

Así que reconciliar nuestra necesidad de seguridad y nuestra necesidad de aventura en una relación, o lo que hoy nos gusta llamar un matrimonio apasionado, suele ser una contradicción. Recordemos que el matrimonio se creó como una institución económica. En ella nos dieron un compañero para toda la vida en términos de familia, estatus social, sucesión y compañerismo Pero ahora queremos que nuestro compañero nos siga dando esas cosas, y además queremos que sea nuestro mejor amigo, sincero confidente y apasionado amante. Queremos confort, límites, novedad, familiaridad, predictibilidad, pero también sorpresa, aventura y deseo todo en una sola persona. Lo peor es que pensamos que todo esto sucederá de forma natural. Nos desencantamos cuando no  sucede así, y recurrimos a los juguetes sexuales y la lencería buscando que nos salven.

Perel nos señala que toda esta crisis del deseo proviene, frecuentemente, de una crisis de falta de imaginación.

Para explicarlo nos señala que los animales tienen sexo. Es biología, es el instinto natural. Nosotros, los humanos somos los únicos que tienen una vida erótica. Añadimos imaginación a nuestra sexualidad y la transformamos. De esta manera podemos hacer el amor durante horas, tener orgasmos múltiples. Podemos pasarla bien sexualmente, sin tocar a nadie, simplemente porque nos lo imaginamos. Podemos hacer películas mentales de sexo y disfrutarles. Podemos anticipar. La anticipación es algo muy poderoso, es de hecho, el combustible del deseo. Cuando lo pensamos así podemos ver la sexualidad como un tipo de inteligencia, entonces es algo que podemos cultivar: la inteligencia sexual. ¿Cómo lo hacemos? Con Imaginación, alegría, novedad, curiosidad, misterio. Pero el agente central es realmente esa pieza llamada la imaginación.

Perel nos recomienda comprender que eso de conocer totalmente al otro es una fantasía. Realmente nunca llegamos a conocer de forma total a esa otra persona. Habrá que verle diferente, reconocer que es un ser independiente con criterio propio y que decide estar a nuestro lado por voluntad y deseo. Es necesario comprender que hay un espacio erótico que pertenece a cada uno, y es responsabilidad de cada uno cultivarlo. Es necesario tener claro que la estimulación erótica no es algo que se hace cinco minutos antes de la cosa real. El juego erótico inicia al final del orgasmos anterior. De igual manera hay que entender que un espacio erótico no se trata de comenzar a tocar al otro. Se trata de crear un espacio donde dejas a tu vida cotidiana, realmente solo debes entrar a ese lugar cuando dejas de ser el buen ciudadano que cuida de las cosas y es responsable.

Las parejas eróticas también entienden que la pasión aumenta y disminuye, y se mueven con sus cambios, no los pelean; pero saben cómo resucitarla.  Saben cómo hacerla regresar, y lo saben porque han desmitificado un gran mito: el mito de la espontaneidad. Esto es creer que el erotismo y el deseo aparecen de repente, que caen del cielo mientras haces otra cosa. El erotismo y el deseo se trabajan, erotizas a tu pareja en tu mente, construyes el deseo. Piensas en su ombligo, lo aíslas y lo deseas, en su persona, sus hombros, en él haciendo cosas que te gustan, en su sonrisa, o en sus nalgas...

El sexo y el deseo a largo plazo es premeditado. Se mantiene con la voluntad, es intencional. Es foco y presencia.
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