Por: Roberto Martínez
Manifestación por la familia diversa
18 de febrero de 2013
CCHD
“¡No puedo creer que perdí contra el maricón ese!”, gritó el adversario de un amigo al finalizar el partido de tenis de cancha en el que ambos se enfrentaron. Esto sucede en lugar del saludo, o mejor dicho, despedida, al finalizar el juego que se llevó a cabo: un acto de respeto y honradez destruido por el prejuicio. Vemos como el discrimen y el prejuicio de algunos jóvenes arruinan momentos de confraternización. Es triste que estas malas conductas se den a tan tempranas edades. Y lo más lamentable es que esas palabras son avaladas por personas con “poder”.
Todas las personas han sido objeto de discrimen o prejuicio alguna vez en sus vidas ya sea por su color de piel, etnia o cualquier otra cosa. No está demás mencionar que uno de los sectores que más sufren de estas lamentables conductas son las que pertenecen a la comunidades LGBTTQIA (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Queer, Intersexual y Aliados). Deseo mencionar también a las aliadas y los aliados pues sufren, al igual que nosotros y nosotras, la discriminación y tienen que soportar grandes críticas y amenazas por apoyar a un sector que ha sido injustamente despreciado por entre tantas razones, ser considerado una minoría. Es conveniente recordar que durante la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, a las aliadas y los aliados de las negras y los negros se les decía “nigger lovers” y también se les agredía física y psicológicamente. Hay que tener un valor especial para levantar la voz ante injusticias que no nos afectan directamente a nosotras y nosotros, pero también hay que entender que la opresión de unas y unos no está desligada a las diferentes opresiones de todas y todos.
Es difícil para una persona de las comunidades LGBTTQIA poder sobresalir debido al gran discrimen que hay hacia ellas y ellos. No importa qué tan talentoso sea el individuo, siempre tendrá que luchar contra una sociedad fundamentalista, bihomolesbotransfóbica, sexista y machista. A nosotras y nosotros se nos hace muy difícil conseguir un trabajo, se nos hace difícil conseguir un hogar, pues en algunos lugares no hay ley que prohíba el discrimen por orientación sexual e identidad de género real o percibida, al contrario, hay estados y países que ignoran nuestras necesidades y derechos fundamentales, incitando y permitiendo conductas que promueven la desigualdad. Esto no ocurre solo cuando tratamos de practicar nuestro deporte preferido, también ocurre cuando tratamos de conseguir empleo o buscar un hermoso hogar donde pueda establecerse nuestra familia, porque también nosotras y nosotros somos familia y queremos vivir una vida como cualquier otra persona, felices y llena de amor y de paz.
Los costos de la heteronorma son realmente incalculables, porque implican tantos costos materiales como afectivos, tanto individuales como sociales. La invisibilización de las diversidades sexuales y afectivas implica la desprotección de un sinnúmero de personas bajo la ley. En el deporte en general, se prejuicia muchísimo entre los mismos atletas heterosexuales. Los atletas normalmente son discriminados entre ellos mismos por su apariencia, condición física y habilidad en el deporte. Imaginemos cómo sería la situación de un adolescente abiertamente homosexual, negro, con problemas económicos y de etnia distinta a la de la mayoría de sus compañeras y compañeros. Tendría que pasar muchas más veces la discriminación que sufre un joven heterosexual, blanco, muy bien acomodado económicamente y del mismo país de la mayoría. Este además al discrimen que sufre por simplemente ser atleta, también pasa por el calvario de que le griten palabras despectivas como “maricón”, “pato”, “farifo”, “mariposita” y hasta “retorcidos” como dice un, lamentablemente, “líder” político del país.
La sociedad tiene una pésima visión de las cosas al decir “el color rosa es para las nenas y el color azul, para los nenes” o “los carritos son para varones y las muñequitas para las hembras”. Así mismo hacen con los deportes, “el baloncesto es de nenes y la gimnasia es de nenas”. Los deportes rudos como el fútbol americano y el boxeo solo los deben practicar los hombres, y los deportes que integren las artes y la armonía son los que las mujeres deben practicar, deportes tales como la gimnasia. Si las chicas practican los deportes “de hombre” y los chicos practican los deportes “de mujeres” pasan a ser juzgados como si no tuvieran sentimientos. Los chicos son marcados como “mariquitas” y las chicas como “buchas”. Si tienen suerte hasta aquí llega su desdicha, pero hay otros individuos que pasan a ser víctimas del famoso “bullying” y, en el peor de los casos, pueden ser asesinados debido a su orientación sexual o identidad de género, e inclusive pueden suicidarse bajo la opresión heterosexista y bihomolesbotransfóbica.
En nuestras comunidades sí habemos atletas homosexuales con excelentes habilidades. Yo soy un joven que está becado en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y no me avergüenza decir que soy homosexual y practico la disciplina del baloncesto en la universidad. Además de mí, es conveniente mencionar varias figuras importantes cuando se habla del deporte y las diversidades LGBTTQIA como lo son Eudy Simelane y John Amaechi. Eudy Simelane fue activista de los derechos de las personas de la comunidad LGBTTQI. Se dice que la asesinaron por odio debido a su orientación sexual. Su cuerpo fue apuñalado unas 25 veces, en la cara, en las piernas y en el pecho, luego de ser violada. En este caso hubo varios sospechosos. Dos de ellos fueron sentenciados a 32 y 35 años de cárcel. ¿Dónde queda la justicia? Vemos muy claramente que se valoran más las vidas de unos que las de otros.
Otro caso lamentable fue el de John Amaechi, un ex-enebeísta, de reputación intachable, “salió del closet” cuando publicó un libro llamado Man in the Middle (Hombre en el medio, por su traducción al español). Hubo reacciones tanto de indiferencia como de odio, pero la reacción que más revuelo causó fue la entrevista de Tim Hardaway. Durante la entrevista Hardaway dijo “Odio la gente gay. No me gusta la gente gay y detesto estar cerca de gente gay. Soy homofóbico. No me gusta. Eso no debería existir en el mundo o por lo menos en Estados Unidos.” En otra entrevista dijo “primero que todo no lo hubiese querido en mi equipo y segundo me hubiese distanciado de él”. Es lamentable escuchar comentarios despectivos y degradantes viniendo de los ídolos de millones de niños insultando a otras personas por simplemente ser diferentes.
Estos son los discursos que tenemos que eliminar y que, lamentablemente, muchas de las Iglesias promueven y dan como correctos. Lo peor de todo es que no saben lo que pueden ocasionar un par de palabras. Nos llaman “hijos del diablo”, “pervertidos sexuales”, “sin vergüenzas” y un sinnúmero de adjetivos despectivos. En cuanto a los crímenes de odio, no les importa si están bien o mal, al contrario, dicen y se justifican comentando que son muy pocos para la cantidad de integrantes que tienen nuestras comunidades.
Sin vergüenzas son aquellas y aquellos que utilizan el nombre de Dios para crear un ambiente de exclusión, poca unión y odio. Estos discursos son tan peligrosos que pueden redundar en violencia, llevan a los y las fundamentalistas a atacar, ya sea física o verbalmente, a una persona LGBTTQI pensando que le hacen un favor a Dios y a la sociedad. Más allá de eso, estos discursos nos hacen sentir poca persona, a sentir que somos un peso para la comunidad y llegamos a atentar contra nuestras vidas pensando incluso que no debemos pertenecer a la sociedad.
No es un secreto que estas conductas son incitadas y permitidas por las Iglesias y el gobierno al no prohibirlas. Nos echan a un lado como enfermos mentales. Nos juzgan por expresar nuestras identidades sexuales. Nos condenan sin el más mínimo reparo por amar, por simplemente desear con el corazón a quien tiene un cuerpo similar al nuestro pero perdonan a quien viola a tus hijos a escondidas. Recordemos al pastor Luis Alberto Ruiz Pérez quien violó a sus hijas. ¡Los verdaderos sodomitas están en sus Iglesias!
Ayer leí en el Nuevo Día sobre el caso del Cardenal de Los Angeles, Roger Mahony. Un grupo de personas le exigieron al Cardenal que no participe de la elección del nuevo Papa. Curioso, ¿no? Esto ocurre porque Mahony NO denunció a las autoridades los casos de abuso sexual que cometieron los sacerdotes. Yo fui católico, pertenecí a varios grupos de jóvenes, estudié en un colegio católico y hoy grito “ME CANSE”. Me cansé de tanta hipocresía, de tanto desprecio. Me cansé de que se echan la bendición los unos a los otros mientras violan a sus hijos, me juzgan y condenan por amar a alguien que tiene un cuerpo similar al mío y no por el potencial que tengo como ser humano y mi buen carácter. Me pregunto qué piensa Dios sobre los cristianos de hoy día.
¿Cómo pueden decirme, ustedes los legisladores, quienes hacen las leyes, que no puedo trabajar, que me pueden despedir sin razón alguna y que no puedo ser competente para una ascenso en el trabajo solo porque a un grupo de personas no le agrada lo que a mí me gusta? Necesitamos que se haga política pública inclusiva porque la heteronorma afecta por sobre todo a las personas LGBTTIQ y a las mujeres, heterosexuales o no, y nos convierte en ciudadanas y ciudadanos de segunda y tercera clase, limitando nuestro acceso tanto a empleos y servicios de calidad como a protecciones institucionales básicas, especialmente a aquellas y aquellos de nosotros que somos de clase trabajadora. Somos diversos, somos mujeres y hombres, somos dominicanas y puertorriqueños, somos estudiantes, trabajadores, desempleados y jubilados, somos creyentes y ateos, somos polígamos y monógamos, somos muchas, somos muchos.
A las personas LGBTTQI se nos hace muy difícil poder tener éxito y un gran futuro debido a la gran intolerancia de las personas y sus discursos de odio. La realidad es que muchos de los atletas preferimos quedarnos “en el clóset” por miedo al discrimen y al prejuicio, por miedo a que nos digan “no fuiste seleccionado este año en el equipo porque llegó más talento”, mientras sabemos que somos mejores jugadores que el nuevo “talento”. Otros tienen miedo de correr la misma suerte que Eudy Simelane, Jorge Steven López o Milton Medina.
La igualdad en derechos es innegable porque todos los seres humanos somos dignos y tenemos derecho a aspirar jurídicamente a las protecciones por parte del estado. Pero tengo un sueño y confío que Puerto Rico levantará su voz en contra del odio, la intolerancia y el discrimen. Confío en que Puerto Rico dirá un fuerte “sí” a la igualdad y dará un gran paso por el que nos reconocerán como un país de vanguardia mundialmente. De este modo, todos y todas podremos llevar a cabo las mismas actividades erradicando el discrimen, el prejuicio, la intolerancia y todas aquellas actitudes negativas que impiden el que personas como yo tengamos que vivir encerrados y encerradas “en un clóset”. ¡No, nadie me dirá a quién voy a amar! ¡Sí al Proyecto de la Cámara 488! ¡Sí al Proyecto del Senado 238! ¡Basta ya de tanto odio e intolerancia y que viva un Puerto Rico lleno de igualdad, amor y diversidad!
DISCURSO DEL COMITÉ CONTRA LA HOMOFOBIA Y EL DISCRIMEN EN MARCHA POR LA FAMILIA DIVERSA
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