EVENTOS

EL RETO DE LOS NIÑOS TRANSGÉNEROS

Coy Mathis
Los niños pueden ser muy encantadores o muy perturbadores. Cuando los niños se limitan a sonreír y hacer lo que esperamos de ellos, son encantadores. Pero cuando hacen cosas que no se supone hagan, o cuando en su inocencia retan nuestras creencias, entonces pueden ser perturbadores.

Los niños transgénero pueden ser muy perturbadores para aquellas personas que piensan que la sexualidad se limita a solo dos opciones rígidas, hombre o mujer, y que la misma siempre tiene que ser consistente con el sexo biológico. Su potencial perturbador aumenta porque en su ingenuidad no pueden ser culpados por sus acciones, lo que pone más en evidencia a quienes se les oponen.

Pero si acaso es necesario culpar a alguien, la culpa no sería de ellos. En nuestra cultura no se espera por que los niños se desarrollen para que nos digan a que género pertenecen; los adultos decidimos por él o ella, le ponemos por escrito, y luego forzamos a los niños a encajar en las conductas esperadas. Pero los niños transgénero no se adaptan a nuestras definiciones y tan pronto pueden hablar nos corrigen, sus padres escuchan, y afortunadamente en muchas ocasiones los apoyan. Desgraciadamente esto puede traer mucha confusión y conflicto entre adultos menos educados.

Estos conflictos se hicieron evidentes en el estado de Colorado, en E. U., cuando Coy Mathis, de 6 años de edad intentó utilizar el baño de las niñas en su escuela. El distrito escolar llamó a sus padres para reportar lo que entendieron era una conducta inaceptable. Cuando los padres apoyaron a su hija se creó una situación que terminó en un caso de derechos civiles que llamó la atención nacional.

Coy Mathis nació varón, pero desde los 18 meses de edad comenzó a identificarse con todas las cosas de niña. Algunas de sus cosas favoritas incluían un traje floreado con un tutú, y un traje de baño de Dora la Exploradora.

"Comenzó a ser claro que Coy estaba realmente incómodo son ser un niño", señaló la Sra. Mathis, madre de Coy. "Él deseaba saber cuándo lo llevaríamos al médico para que le diera partes de niña de modo que su cuerpo fuera el de una niña", añadió.

Llegó el punto en que Coy se rehusó a dejar la casa porque no se quería cambiar a ropas de niño. Posteriormente un psicólogo confirmó que Coy era transgénero y cuando llego a los 4 años sus padres le permitieron "ser quien era" permitiéndosele así hacer la transición de niño a niña. Coy es reconocido como niña en su pasaporte y en la identificación que provee el estado donde vive.

Irónicamente, las personas transgénero han sido estigmatizadas como mentalmente perturbadas y
Coy Mathis y su hermano
necesitadas de ayuda. Pero en este caso, donde una escuela pública llevó una batalla legal para prevenir que una niña usara un baño, un observador independiente pudiese llegar a conclusiones diferentes sobre quién realmente necesita ayuda.

Y es que quizás seamos parte de una sociedad que en general necesite ayuda al momento de entender y relacionarnos con las personas transgénero. TransActive Education and Advocacy es la primera organización sin fines de lucro que ofrece consejería y servicios a niños transgénero y sus familias, educación a las escuelas, corporaciones y otros grupos. Según ellos cuando las familias los contactan sus niños sufren regularmente de depresión. Sus estadísticas indican que 83% de los niños y jóvenes transexuales han ideado quitarse la vida, 32% han intentado al menos una vez hacerlo. El suicidio es la primera causa de muerte entre jóvenes transgénero. Pero la causa de aflicción de jóvenes no es su identidad transgénero. Regularmente es el rechazo por parte de sus familias y la comunidad lo que les causa angustia. Este rechazo es producto de prejuicios ciegos antitrans, fundado por generaciones de creencias respecto a los roles de género, desviación y "normalidad"; y exaltados por imágenes negativas de los medios.

Situaciones como la de Coy sirven para re pensar este falso estado de "normalidad" facilitando el que hombres y mujeres que se piensan normales tomen conciencia de que solo son miembros de un grupo mayoritario.

Esto no solo puede ser saludable, sino que además necesario pues la evolución parece no detenerse. En un estudio reciente se encontró que 1 de cada 10 niños no se conformaba a las normas de su género asignado. Esto quiere decir que uno de cada 10 niños pudiese no sentir la necesidad o inclinación a vivir de acuerdo al género que le fue asignado.

Los niños como Coy pueden ser ingenuos sobre lo rudo que pueden ser las personas cuando no estás de acuerdo con lo que ellos piensan. Pero ellos nos introducen a nuevas formas de pensar sobre la identidad de género. Curiosamente ese no es su propósito, solo intentan ser ellos mismos demostrando honestidad y el coraje frente a un mundo que les falla en creerles y aceptarles.

Pero lo más maravilloso puede ser que Coy, con sus apenas 6 años de edad, es como una maestra de nuevas ideas que enfrenta escepticismo, miedo y hostilidad. Ella y aquellos como ella nos llevan a pensar que quizás esas "reglas" que utilizamos para definir nuestro género no están tan enraizadas en la "naturaleza" como asumimos.

por: Rafael Monserrate
monserrr@gmail.com
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