POR: YOLANDA ARROYO PIZARRO
PLANETA LESBOS
Tengo una amiga que es profesional del área de turismo, con la que me he peleado recientemente debido al tema en discusión. Y es que se fue a casar a Nueva York a finales del 2011 con su pareja, una doctora en medicina. Luego, a inicios de marzo de 2012 mi amiga, o ex amiga, o amiga transitoria, o simple conocida mía, se separó de esa misma pareja, y según afirma, lo hizo sin intenciones de componenda o apaciguamiento y hasta me citó el argumento heterosexualmente aquel de “por diferencias irreconciliables”. O sea, que éstas no vuelven.
La semana pasada mi amiga, o ex amiga, o amiga transitoria, o simple conocida mía [ya ni sé], visitó a una abogada quien la convenció que en vez de divorciarse, solicitara que la futura ex esposa le pasara una pensión monetaria, o “alimony” que aunque por derecho no es aplicable a Puerto Rico, sí lo es en NY, y que por algún recurso técnico de la legislación de allá, se podía conceder acá, o algo parecido que yo no entendí del todo (esto me lo explicó mi amiga, no su abogada). Sin embargo, y para ser franca, perdí el interés del tópico toda vez que instintivamente sentí que estábamos, como humanidad, repitiendo unos patrones heteronormativos catastróficos. Se lo hice saber a mi amiga y se molestó. Se enchismó. Creo que hasta se encojonó.
¿Acaso es precisamente este asunto del derecho al matrimonio igualitario una ilusa continuidad de un constructo podrido? ¿Es la institución del matrimonio algo así como un habeas pútridus, una extensión de un fundamento que carece de signos vitales? ¿Que está descompuesto en esencia y que adolece de seriedad? ¿Es el derecho igualitario al matrimonio un roundtrip vitalicio al derecho igualitario al divorcio? Y si la contestación es sí para algunas de estas preguntas, ¿cómo es que no sentimos que estamos cayendo en una trampa?
Yo no sé si mi amiga, o ex amiga, o amiga transitoria, o simple conocida mía [whatever sea], y su creativista abogada van a lograr o no que le pasen una pensión, pero el asunto, a mi entender, da caspa, da alergia, es fishy. Y no quiero sonar moralista, lo que quiero es sonar sensata. Buscar respuestas, lograr consenso.
Que alguien sensato me dé más luz sobre el tema, sobre la razón que pudiera tener alguien de la comunidad LGBTTQ para sumarse a la agónica podredumbre de la institución matrimonial, en vez de estar indagando mejores prácticas y opciones de convivencia civil, humanista y romántica que incluyan amparos constitucionales para proteger a nuestras parejas del mismo sexo, o del sexo contrario, sin necesidad de adoptar remedios defectuosos, repeticiones clichosas o refritos sin sentido.
De paso, déjenle saber a mi amiga o ex amiga, o amiga transitoria, o simple conocida [a estas alturas, nada que ver…] que la época de los años 50 pasó, y que nosotras y nosotros, las mujeres y hombres del nuevo milenio, tenemos posibilidades reales e igualitarias de rehacer nuestras vidas con digna independencia. Díganle que en la actualidad podemos ganarnos nuestro propio sustento, y ser productivas y productivos por nuestros propios meritos sin tener que recurrir a una zanganería como esa.
Sospecho que después de lo ya dicho, seremos ex amigas para siempre. Ni modo.
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PLANETA LESBOS: EL DERECHO AL DIVORCIO IGUALITARIO
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